Sin duda, constituye una de las tradiciones populares más queridas y celebradas por los callosinos durante las fiestas patronales en honor a su patrón San Roque.
Básicamente representa un ritual callejero con el que los niños se ilusionan al ver a los simpáticos personajes salir del Ayuntamiento y, tras los típicos regalos con la simpar música de la dulzaina y el tamboril, empieza la cabalgata y, los niños, unos acompañados por sus padres y otros en grupos de amigos recorren la carrera que cada día va cambiando para mayor goce del pueblo infantil. Los personajes que intervienen en este singular espectáculo lo hacen bailando y animando o persiguiendo a la gente que acude a la celebración.
El desfile lo componen personas disfrazadas con enormes cabezas de cartón piedra (los llamados “cabezudos”) y unos muñecos de gran tamaño que suelen emular a reyes y reinas, denominados “gigantes”.
La FAROLATA consiste en una romería cívica protagonizada por los niños de la localidad que, acompañados por toda su familia, hermanos, padres, abuelos, etc., portan una caña de cuyo extremo pende un farol chinesco de distintos colores iluminado tenuemente por la luz de una vela.
El recorrido transcurre desde la Plaza de España o de la Iglesia hasta el jardín Glorieta. La Farolata suele ir encabezada por “la charamita” ataviados de traje típico haciendo sonar su dulzaina y tamboril, a cuyos sones discurren los “gigantes y cabezudos”.
Los orígenes y antigüedad son desconocidos, pero los ancianos la recuerdan de su niñez. Con bastante probabilidad pueden ser reminiscencias de las grandes fiestas celebradas en 1798 para conmemorar la inauguración de la nueva Ermita del Patrón San Roque, en las que la población participaba con farolillos en los actos para alumbrarse.