Único vestigio existente de lo que fue el Convento de Padres Franciscanos Alcantarinos Descalzos fundado en 1585 y en el que habitaron hasta 1835. Desde él se difundieron muchas de las piadosas costumbres franciscanas dando origen a las celebraciones pasionales, y cofradías de Semana Santa y a la veneración de la actual patrona de la ciudad, la Inmaculada Concepción de María.
La antigua Venerable Orden Tercera, hoy Orden Franciscana Seglar, edificó esta capilla que se adosaba por su lado de la epístola a la antigua iglesia, siendo con ello testimonio de la presencia franciscana desde hace más de cuatrocientos años.
El edificio consta de un sólo cuerpo en forma de cruz latina y sacristía, con ausencia de cúpula sobre crucero, como era habitual en las iglesias franciscanas. En su interior el altar mayor recogía, hasta antes de la guerra, la imagen del Cristo de la Columna o de “la Cañica”, remarcado por un retablo pictórico con arquitectura fingida que cerraba el presbiterio de creación barroca del siglo XVIII, y en sus paredes colgaba la cruz que portaba una de sus más sobresalientes devotas, Juana Ángela Godoy García, conocida popularmente como “Beata Godoya” y difusora de la costumbre, desde entonces mantenida del rezo del Vía Crucis todos los días de Cuaresma. Además, en la Sacristía todavía se conservan, en un arcón, los utensilios de cuerda, corona y columna necesarios para la representación de “la Corona Mortificada”, antigua representación religiosa – popular, origen también de las representaciones de La Pasión, declaradas de Interés Turístico.
A sus lados, dos altares recogen a San Luis, Rey de Francia, y Santa Elena de Hungría, santos franciscanos. Tras la demolición de la Iglesia, en el muro que lo comunicaba, se colocó el altar del Cristo de las Siete Palabras, obra que ocupaba un altar en la anterior iglesia.
En el año 1993 se abre una capilla nueva en el muro lateral, frente a la puerta de entrada, que alberga la imagen de Jesús Triunfante. En su fachada se muestra el símbolo franciscano de la nube de donde surgen los brazos y la cruz de Cristo.
La orden continúa con sus cultos periódicos, festejando solemnemente a su titular cada cuatro de octubre y acogiendo las imágenes pasionales que participan en Semana Santa.